«para el corazón, toronjil, violetas, flor de la azucena, claveles y alelíes blancos; para la retención de orina, cataplasmas de perejil frito en aceite; dolores de dientes y muelas, romero en vino caliente; para las almorranas, cataplasmas de flor de bisnaga; para el flato, hormigas y semilla de albahaca; boldo para el hígado; para la apretura de pecho con ahogos, radal y trique; el pezón de frutilla y la bosta de caballo para la indigestión y lepidia de calambre; para la vejez, poca comida ninguna golosina y paciencia, mientras no tocan la puerta avisándonos la partida»
Adriana Montt carta fechada en 1823. En: Sagredo, R y Gazmuri, C (2006) Historia de la vida privada en Chile, Tomo 2.página 14.
Casi todo es bastante conocido. Se destacan las plantas nativas del Boldo, el radal que es el nogal silvestre y el trique.
Algunas recetas siguen hasta hoy como el boldo para el hígado, otras suenas descabelladas, como la de andar tomando bosta de caballo para la indigestión: «lo que no te mata te hará más fuerte». Pero también es cierto que hay que considerar que en ese tiempo la medicina natural era LA medicina a la que podíamos acceder y donde se ponía toda la esperanza.